De la confianza, al compromiso y a la obtención del objetivo educativo

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Al final de este post te reto. ¿Te atreves?

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La confianza es lo que nos permite relacionarnos con otras personas y alcanzar el desarrollo necesario para seguir avanzando en nuestros objetivos. Necesitamos de la confianza que nos den otros y confiar en otros para evolucionar. La confianza es algo que depende de dos partes: la del otro (que puede ser individual, o colectiva) y la mía. Necesitamos confiar y ser confiables para alcanzar los objetivos que nos marcamos.
Confiamos en alguien cuando respetamos el ser legitimo que es. Los juicios que hacemos hacía ese ser se basan en la construcción de las acciones para alcanzar el objetivo, sabiendo separar las diferencias que tenemos los seres humanos, pero respetando el ser legítimo que somos cada uno de nosotros. 

Me explico, …. si yo el primer día de clase juzgo positivamente a un alumno mis acciones hacía él, le encumbrarán hacia el éxito. Si por el contrario, le juzgo como ser incompetente, le estaré cerrando posibilidades de futuro.
Somos confiables cuando hemos demostrado, y ha sido validado por el otro, que nuestras acciones son sinceras, es decir, hemos dado muestras anteriormente que concuerdan con el patrón ético del otro. Esa sinceridad es juzgada cuando vemos al otro competente, o lo que es lo mismo, capaz de realizar la tarea asignada porque hemos visto en él algo por lo que juzgamos que posee competencia para la acción. Y si eres y haces por ser sincero y competente, estarás resultando creíble y por tanto confiable. Este pequeño detalle de saber juzgar y tomar acciones, solo la sabemos quienes tenemos la experiencia, quienes somos los responsables de la educación.
Dicho ésto, cuando somos alumnos, cuando nos enfrentamos a algo nuevo, no podemos ser juzgados como confiables porque primero tenemos que demostrar que somos sinceros y competentes. Por ello, los que somos responsables de la educación y la trasmisión de conocimientos (profesores/educadores/tutores/padres) somos conscientes de que etiquetando a los alumnos lo que hacemos es marcarles su futuro, abriendo o cerrando puertas en su desarrollo. Si, trabajamos nuestros juicios, y potenciamos a los alumnos, como seres legítimos, les veremos como seres capaces, confiables, sinceros, competentes y creíbles para alcanzar sus objetivos.
De cara al nuevo curso, te propongo algo que yo aprendí de un profesor, un maestro. El primer día de clase mostrar que confiamos en nuestros alumnos, que son competentes para alcanzar el objetivo común de todo el aula, que no es otro que sacar el curso adelante. ¿Cómo? dándoles credibilidad, confianza; viéndoles como seres posibles, sinceros y capaces. El truco está en decirles el primer día de clase que confiáis en ellos y prueba de ello está en que todos en este primer día de clase tienen un «10», un sobresaliente, porque estáis seguros que son competentes para ello. Luego les explicáis que para mantenerlo es tan sencillo como realizar a lo largo de todo el curso las tareas que asigne el profesor, estudiar, asistir y atender en la clase. Con estas pequeñas  acciones, mantendrán el sobresaliente, dado que es mucho más sencillo mantenerse que alcanzar algo.
Tú, como maestro, les habrás hecho ver, les habrás hecho entender y les habrás hecho sentir que confías en ellos. Tus acciones, dándoles un papel en el que vean el sobresaliente, contándoles que son sobresalientes y sintiendo que son merecedores de esa nota, les impulsarán a hacia el estímulo de visualizar su desarrollo. Ellos solo tendrán la responsabilidad y el compromiso de mantener la expectativa en común. ¿Te atreves? Cuéntame tu experiencia en coachingparaempezar@gmail.com. Las cinco más interesantes serán publicadas en este blog.
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