¿Quién no ha pedido ayuda?

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Cuando desconocemos el funcionamiento de algo, nos sentimos mal porque no sabemos cómo podemos hacer para que funcione. Y en vez de investigar y dar con la solución, solemos acudir a un pariente, a un amigo, o al primero que pasa por ahí, para preguntarle cómo funciona el fax, el móvil nuevo, la lavadora, la cámara digital, el ordenador; y, lo que es peor, le pedimos que nos lo ponga en funcionamiento.



Da igual, la época en la que vivamos, el contexto en el que nos relacionamos, o el problema que tengamos. Queremos que por el mero hecho de tener entre nuestras manos un nuevo artilugio, sepamos cuál es su funcionamiento. Y todo necesita de un aprendizaje, de un modelo.

Cuando aprendemos, es porque interiorizamos el nuevo conocimiento y reflexionamos sobre él. Entonces, lo hacemos nuestro y es cuando habremos creado un modelo.

Si nos explican cómo funciona el fax y no lo interiorizamos, la próxima vez, seguramente tendremos el mismo problema. ¿Qué haremos? Pues lo mismo que el primer día, pedir ayuda. Este modelo funcionó.

Si por el contrario, hemos interiorizado un procedimiento para aprender, cada vez que nos encontremos con ese problema o muy parecido, sabremos cómo solucionarlo. ¡ ¡ Eureka ! !

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