En el ámbito del coaching, es común hablar de sueños y visiones como herramientas poderosas para lograr objetivos y alcanzar el éxito.
El sueño se refiere a los deseos y anhelos que tenemos en la vida. Es la imagen mental de lo que queremos lograr o experimentar en el futuro. Los sueños son importantes porque nos inspiran y nos motivan a actuar. Sin embargo, los sueños por sí solos no son suficientes para lograr resultados tangibles.
Por otro lado, la visión es la capacidad de ver más allá de lo que es posible en el presente. Es la imagen clara y detallada de cómo queremos que sea nuestra vida o nuestro negocio en el futuro. La visión es más específica y concreta que un sueño, ya que incluye metas y objetivos claros.
La principal diferencia entre sueño y visión radica en la acción. Mientras que un sueño puede quedarse en el plano de la imaginación, la visión implica tomar medidas concretas para hacerla realidad. La visión nos impulsa a establecer metas, crear planes de acción y tomar decisiones que nos acerquen a nuestro objetivo final.
En el coaching, se trabaja con los clientes para ayudarles a convertir sus sueños en visiones y luego en acciones tangibles. Se les enseña a establecer metas realistas y a desarrollar habilidades de planificación y ejecución. Además, se les brinda apoyo y motivación para superar obstáculos y mantener el enfoque en su visión.
En resumen, el sueño y la visión son importantes en el proceso de coaching, pero la visión es la que nos impulsa a tomar medidas concretas para lograr nuestros sueños. Se dice que cuando le preguntaban a Miguel ángel cómo conseguía hacer cosas tan maravillosas como La Piedad, él contestó: “La escultura ya estaba dentro de la piedra. Yo, únicamente, elimino el mármol que le sobra”
Ahora te toca a tí. Si sabes lo que quieres, ¿para qué no empiezas a quitar todo lo que sobra y te centras en tu objetivo?