Autoridad que no autoritario

Diferencias entre poder, autoridad y liderazgo

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Fernando me contaba en una sesión de coaching que toda su vida quería ser Jefe, incluso desde que era pequeño. Cada vez que le preguntaban qué quería ser de mayor, siempre decía que quería ser Jefe. Deseaba que todos  hiciesen lo que él quería. Posiblemente ese sueño de querer ser Jefe era para poder imponerse a los demás,  teniendo en cuenta que era el séptimo de los ocho hermanos que vivían en una casa de 4 habitaciones, donde había que compartir todo, y dependiendo del número que se hiciera en la familia, se era o «jefe o pringao», según sus palabras. Él sólo se sentía jefe para su hermana pequeña, y ni siquiera eso, porque era la niña pequeña de la familia¡¡
Cuando creció y pudo convertirse en Jefe, porque llegó a ser Jefe, se dio cuenta que ser Jefe no es más que tener responsabilidades y saber gestionar el día a día con su equipo.
Mucha gente piensa que el tener autoridad es sinónimo de tener el poder para hacer y deshacer. Sin embargo, desde el punto de vista del Coaching, la autoridad no es algo que te lo da el puesto, el uniforme o el membrete en el despacho, la autoridad se consigue gracias al reconocimiento que te otorgan los demás. A diferencia, el adjetivo autoritario significa ejercer el poder sin limitación alguna consiguiendo hacer lo que él quiere, imponiendo, y no teniendo en cuenta a los demás.
El liderazgo es la capacidad de influir en los demás, conociendo a cada uno de los miembros del equipo, estimulándoles, motivándoles, escuchándoles, implicándoles en los objetivos y valorando lo que aporta cada uno de ellos, proponiéndoles retos y objetivos, empatizando con sus problemas y sueños, dándoles libertad para hacer y proponer estrategias de forma que sepan alcanzar los objetivos por ellos mismos. Con ello se consigue el respeto, el cariño y, en definitiva, la autoridad que te definirá como líder.
Entre las cualidades de un líder se encuentran: escuchar, no imponer; arrimar el hombro, no dictando ordenes; respetando, no despreciando; coordinando al equipo, no dividiendo o imponiendo; motivando para que sepan resolver situaciones adversas, no desanimando y minusvalorando; trabajando desde el presente para el futuro y no estar mirando siempre al pasado para estar en el presente; valorando el aprendizaje y no corrigiendo errores.
Fernando, con el tiempo, aprendió a que ser jefe no tiene nada que ver con ser autoritario, sino con la autoridad que te otorgan los demás, convirtiéndose en su líder.

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